29 oct 2011

20 oct 2011

Triunfo


Tengo miedo de haberme comido el cisne asado de los Carmina Burana durante el almuerzo, por accidente.

Quizás, en venganza, de madrugada, el cisne comience a crecerme bajo la piel, a enseñorearse de mi interior, a rehacerse de mis células y mis sentimientos.

Pronto estallarán mis formas y mis ideas, y seré toda plumas, toda deslizarme como un crucero de gracias sobre las aguas de la vida.

Y entonces ya no seré yo, sino el triunfo del cisne.

Pagar el pato (o del cisne que pagó con su propio pellejo)



"Habitante del lago,
antes yo era hermoso,
antes yo era un cisne.
¡Mísero, mísero
y ennegrecido,
me queman por doquier!
Gira y gira el asador,
me abraso en esta pira
y me llevan al festín.
¡Mísero, mísero
y ennegrecido,
me queman por doquier!
Recostado en este plato,
incapaz de alzar el vuelo
veo los dientes rechinar.
¡Mísero, mísero
y ennegrecido,
me queman por doquier!

De "En la taberna", en: Carmina Burana, de Carl Orff (1937)

17 oct 2011

Erguido al cielo


"Qué pena no ser ave de paso, ni derrota de carta marina. Qué dulce ser el trapo blanco, henchido al viento del velero que alegre se encabrita.

Qué lento ser ciprés, viviendo erguido al cielo y saber que todo en este mundo necesita su tiempo.

Qué pena no ser ave de paso, ni proa que acuchilla siete mares, o relumbre del zarcillo de bella muchacha, que descalza baila por los parques...".


Fragmento de "Una tarde de sol", en: Para que no se duerman mis sentidos, de Manolo García (BMG, 2004)


14 oct 2011

Qué


¿Qué pájaro es ése aquél?

¿De qué vuelo?

¿Cuál de los dos
es el otro que huye?

¿El del hueco en la página?
¿El de la bala en la sien?


En: Resolana, de Luis Alberto Crespo (Monte Ávila Editores, 1980)

12 oct 2011

Espíritu


"Soñé que cantaba. Cantaba como quien encuentra su voz en la noche. Luego desperté y canté varias horas frente al espejo. Por oír mi voz danzando, flexible como una terrible maroma, he tenido mi voz plegada a mí como la cuerda de un suicida, tanto tiempo mi voz decisiva se irguió como un nido de hilos rígidos, guardada en mi garganta, en su terrible erección, en su imposibilidad de ademán, de gesto, de comunión. Canté muchas canciones y no recuerdo cuáles fueron. Solo que hubo algo así como los primeros pasos de la que decide bailar, la paralítica despidiéndose de su inercia, la tan sentada, la siempre sentada, en su sillón con espinas, yéndose por fin, al paso de sí misma, yéndose por fin y cayendo dentro de su propio espacio".


Entrada del 6 de marzo de 1961, en: Diarios, de Alejandra Pizarnik (Lumen, 2005)

7 oct 2011

Disolverse en aras de la perfección

¿Tendrán los pájaros tendrán la facultad de oírse, de reconocerse entre otros como cada músico se oye en una orquesta?

No.

A excepción de ciertos momentos, los músicos no han de oírse a sí mismos entre el sonido de la orquesta. Como pequeñas olas, han de disolverse en la marea general.

La forma como contribuyen a su majestad es, precisamente, la perfección "inaudible" con que ejecutan su parte.

Igual sucede con los pájaros cuando trinan entre muchos. Nunca a coro, porque la naturaleza ha prescrito que armen un tierno barullo, un desorden cantarín, un des-concierto.