29 dic 2010

Otra vez Cornell
























A treinta y dos años de la muerte de Joseph Cornell... ¿Quién mejor que mis pájaros obsesivos para acordarse de alguien que estuvo profundamente obsesionado con ellos mientras vivió? ¡Ave, Joe! Tus muchachos te saludan.

22 dic 2010

Qué raro es...



...escuchar el canto del gallo en una ciudad. Me remite a tiempos anteriores que no viví, a formas de vida más sencillas que sólo conozco de oídas, a lugares en los que no he estado, pero por segundos huelo en el aire.

No me despiertas de mi sueño, chico, como hacías con mi padre en las calmosas madrugadas de su niñez andina, pero me dejas pensativa, me obligas a preguntarme dónde estoy, dónde estás tú, quién será más real... ¿Serás un fantasma o un exiliado? ¿A que muro te subirás o en que patio estarás confinado, haciendo tu tarea de siglos, mientras tus dueños cuelan el primer café del día?

17 dic 2010

Mis lunares, picoteo de aves



Me pregunto
qué ron dulce las embriaga.
Quizá la luz
cuando enronquece
y empapa de quejas el límite del día.
Acaso el viento mismo
quien como ola de cansada espuma
las impulsa a partir hacia el intenso Oeste
donde muestra el día sus llagas tumefactas.

Estalla su plumaje en oro caliente
y derramado.
Y el cielo ha quedado entre sus alas
como una mancha viva.
Mira cómo se enredan entre los suaves hilos
del aire que se enciende.
Deja su vuelo un sabor tropical de fruta roja.

¿Las veremos, de nuevo, como ahora?
Tal vez alguna de estas tibias tardes
en silencio.
O entre las grandes amapolas
que trae la Alegría.


“Aves”, en: Fuera de Tiesto, de Armando Rojas Guardia (2008)

12 dic 2010

También en la redacción

Por alguna razón que nadie logra explicarse en la sala de redacción, el fotógrafo del semanario en el que trabajo ha estado deslizando fotos de pájaros en sus más recientes entregas, del mismo modo en que antes deslizaba fotos “ingenuas” de mujeres particularmente escotadas que pillaba en sus pautas de eventos sociales.

Hemos renunciado a preguntarle por qué le dio ahora por los pájaros. Pero yo, que no creo que nada sea gratuito, me lo tomo como un nuevo ardid de mis perseguidores emplumados para hacerse notar.

11 dic 2010

Inasible colibrí




"Lenta la paz del corazón,
rápido el sufrimiento.
Por el dominio de sus huestes oscuras
Es un imperio de mar a mar,
alas que tocan cielo y tierra.
No mucho menos su penuria bajo las sienes
cava
y revela una hondura que no se quiere.
La posesión de mucho aturde
sea goce o veneno.
No se debe tener, pero se tiene,
un cielo por horizonte, legiones
de nubes desgarradas y la fuente, la fuente
al otro lado de las colinas, como el tesoro
de un arco iris que siempre huye.
Si se pudiera
si se pudiera convocar la confianza
y la cadencia de los latidos
en la respiración de cada cosa
piedra
o espina.
Pero no estás para conocer
ninguna cosa bajo el sol, ni siquiera
su sombra. Puedes
dar vueltas alrededor, modelar el humo
con hondas figuraciones, simulacros que al cabo
desaparecerán. Esto posees
y nada más: prestigios
de una luz de universo sobre tus párpados
con una rapidez de colibrí. Tal pareciera
la duración de lo que vive, aunque muy lenta
la lluvia del sosiego, lenta la duda
y las cavilaciones de oleaje,
un pájaro de espumas picoteando tu sienes".


"Lenta la paz del corazón", en: Descampado, de Eleazar León (1999)

4 dic 2010

Señor de los aires que no conoce la luna

“Krasnomir es el canario que le regalé a tu madre un año antes de que tu nacieras. Cuando tú naciste ya Krasnomir conocía a Mozart y a Vivaldi.

La vida de Krasnomir es de muy canto prisionero y es lejana la historia de su nombre: viene de una ciudad construida sobre más de cien islas, Leningrado, cruzada por un río de aguas de ojos verdes y es novia de un golfo de mares invencibles.

Sucede que en Leningrado tu mamá y yo conocimos a un astronauta que jamás viajó a la guerra de las galaxias, pero le cantaba a la luna canciones tristes como cantan los novios cuando se despiden.

Se llamaba Krasnomir, ruso, hijo y nieto de rusos, nacido por casualidad del signo Piscis en una terrible mañana de marzo, entre ruiseñores asustados y árboles (los abedules) muy pálidos bajo las bombas y las metrallas de los alemanes, hace afortunadamente mucho tiempo”.

“Krasnomir”, en: Cartas a Sebastián para que no me olvide, de Orlando Araujo (2007)

1 dic 2010

Como Bonnie & Clyde

"¿Estás seguro de que no nos reconocerán con estos antifaces?", preguntó ella.

"Hum", replicó él, mirando por encima de su cabeza, queriendo dar siempre esa impresión de superioridad, de sapiencia, de enigma.

Supongo que no hace falta decir que se adoraban.

*