24 ene 2010

Una paloma negra es un oxímoron que vuela (una chica de enero)














She was a January girl
She never let on how insane it was
In that tiny kinda scary house
By the woods
By the woods
By the woods

Black-dove, black-dove
You’re not a helicopter
You’re not a cop out either
Black-dove, black-dove
You don’t need a space ship
They don’t know you’ve already lived
on the other side of the galaxy

She had a January world
So many storms not right somehow
How a lion becomes a mouse
by the woods

But i have to get to TEXAS
Said i have to get to TEXAS
And I’ll give away my blue blue dress

She has a January girl
She never let on how insane it was
In that tiny kinda scary house
By the woods


“Black-Dove (January)”, en: From The Choirgirl Hotel, de Tori Amos (1998)


19 ene 2010

Lo que mira Maya Deren

Respondo a algo tan inocente como el impulso de asomarme al balcón... Y por un momento, sin saberlo, voy a ser Maya Deren. Pero, ¿qué mira Maya Deren con semejante embeleso? ¿Qué hay del otro lado del vidrio?

Un pichón de paloma, parduzco, esmirriado, tan quieto por unos segundos sobre la reja azul que parece de mentira. Al sentir el contacto de mi mano en la ventana panorámica, o quizás, abrumado por mi presencia, mi desproporción con respecto a su vida, levanta el vuelo y me deja atónita.

Maya Deren, las danzas de Haití, el vidrio que deja ver pero no deja pasar... Este enero, todas las mañanas son frías.

11 ene 2010

Agentes de lo inesperado

“La aparición de los Pájaros es relativamente tardía en la historia de la evolución: posterior a la de todas las otras clases del reino animal. El progenitor de los Pájaros —o por lo menos el primero del que los paleontólogos hayan encontrado trazas—, el Archaeopteryx (dotado todavía de algunas características de los Reptiles de que desciende), se remonta al Jurásico, decenas de millones de años después de los primeros Mamíferos. Es ésta la única excepción a la sucesiva aparición de grupos de animales cada vez más evolucionados en la escala zoológica.


Eran días en que ya no esperábamos más sorpresas —contó Qfwfq—, se sabía cómo iban a seguir las cosas. El que estaba estaba, teníamos que vérnoslas entre nosotros: éste llegaría más lejos, éste se quedaría donde estaba, éste no conseguiría sobrevivir. La elección era entre un número de posibilidades limitadas.

En cambio, una mañana oigo un canto, desde afuera, que no había oído jamás. O mejor (pues no se sabía aún qué era el canto): oigo un sonido que nadie había emitido jamás. Me asomo. Veo un animal desconocido que cantaba sobre una rama. Tenía alas garras cola uñas espolones plumas plumón aletas aguijones pico dientes buche cuernos cresta papada y una estrella en la frente. Era un pájaro; ustedes ya se habían dado cuenta; yo no; nunca se habían visto. Cantó: ‘Koaxpf… Koaxpf… Koaaaccch…”, batió las alas de colores tornasolados, alzó vuelo, volvió a posarse un poco más allá, reanudó el canto.

(…) Desde el descubrimiento de la existencia de los pájaros, las ideas que regían nuestro mundo habían entrado en crisis. Lo que antes todos creían entender, la manera simple y normal según la cual las cosas eran como eran, ya no tenía validez; es decir, ésta no era sino una de las innumerables posibilidades; nadie excluía que las cosas pudieran ser de otras maneras completamente diferentes. Se hubiera dicho que ahora cada uno se avergonzaba de ser como se esperaba que fuese, y se esforzara por ostentar un aspecto irregular, imprevisto: un aspecto un poco de pájaro, o si no exactamente de pájaro, que no hiciera mal papel frente a la extrañeza de los pájaros. A mis vecinos no los reconocía. No es que hubieran cambiado mucho, pero el que tenía cualquier particularidad inexplicable, mientras que antes trataba de ocultarla, ahora la ponía de relieve. Y todos tenían el aire del que espera de un momento a otro algo, no el sucederse puntual de causas y efectos, como en un tiempo, sino lo inesperado”.


Fragmentos de "El origen de los Pájaros", en: Tiempo Cero, de Ítalo Calvino (1965)


7 ene 2010

El corazón, ese pájaro de horas inciviles



En lo alto está un pino torcido;
está atento y escucha al abismo
con el tronco doblado cual ballesta.

Refugio de pájaros nocturnos,
en la hora más alta resuena
desde un veloz batir de alas.

Tiene pues un nido mi corazón
suspendido en la oscuridad, una voz;
está también, a la escucha, la noche.


"Refugio de pájaros nocturnos", en: Aguas y tierras, de Salvatore Quasimodo
(1930)

3 ene 2010

Esta es la respuesta... ¿Cuál era la pregunta?

Al otro día, mientras veía The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, no pude menos que desternillarme durante esa escena entre solemne y ridícula en la que Benjy y Frankie se presentan con su cortejo ante Deep Thought, la mega computadora encargada de "calcular" la respuesta al gran enigma de la vida. Deep Thought les pide que regresen en siete millones y medio de años para pensarlo. ¡No hay problema! Para cosas menos importantes (como los trámites bancarios) hemos esperado una eternidad. Cuando Benjy y Frankie vuelven, seguidas por una muchedumbre jubilosa, Deep Thought les dice que la respuesta es... 42.

(Oh, sí, Ionesco puro).

42 parece una respuesta razonable... Sólo falta saber cuál es la pregunta. Pero Deep Thought no puede deducirla. De eso se encargará otra mega computadora, aún más compleja, durante un período de tiempo aún mayor. Y esa computadora es nuestro planeta Tierra.

Esa escena me dio en la madre porque con los pájaros (y con los presagios, que son otra clase de pájaros, así como con algunos seres humanos cuyo canto no consigo descifrar) me sucede justamente eso: tengo respuestas, miles de respuestas como fichas archivables, pero no sé cuál o cuáles son las preguntas, y mucho menos, qué respuesta corresponde a determinada pregunta. Me imagino que este blog es un disparatado intento de organizar esas respuestas por orden de llegada, pero nunca de formular las preguntas.

Esta tarde me asomé al balcón buscando nubes en un cielo que, por tres días, se ha mostrado pavorosamente despejado. Pero en vez de hallar la tranquilidad de un cúmulo o un cirro, encontré una paloma blanca, cuya lejana presencia parecía gritarme en medio del silencio sepulcral del domingo. Sin vacilar, corrí a buscar la cámara y, luego de fotografiarla, me quedé mirándola embobada. Pensé: "42". Y también pensé: "Bueno, parece que mi pregunta del día ha sido respondida". Sin embargo, por más que lo intenté, no conseguí dar con la fulana pregunta. Es decir, tengo tantas preguntas, preguntas como avisos clasificados, que no sé por cuál de todas vino esa paloma... Y si vino por la pregunta más importante, la que más me inquieta por estos días, debo admitir que no hallo la conexión.

(Ionesco descansa en paz, el Zen es inmortal).

Aunque estaba posada en una azotea espantosa y su silueta se recortaba contra un estacionamiento no menos feo, supongo que una paloma blanca vale por una nube.


PS: ¿Sombra o ángel? Sólo me percaté del acompañante de oscuro plumaje cuando subí la foto.