1 sept 2010

Cuentos de hadas: Juancito y el masoquista

“Entonces Juancito resolvió irse a correr mundo para conseguir mucho dinero y traerle a su mamá un doctor bien famoso, de esos que hacen trasplantes de corazón y le ponen riñones de mono a la gente. A media noche, Juancito amarró alguna ropa y un pan con queso en un mantel viejo y salió calladito por la ventana, sin despedirse de nadie. Y caminó, y caminó y requetecaminó hasta que llegó a un claro en el bosque donde oyó los lamentos de un pajarito que piaba desesperado. Como ya era de día, no le costó mucho trabajo encontrar al pajarito, un pajarito de plumas doradas y piquito azul que estaba en una rama; cuando Juancito se le acercó, vio que la rama estaba untada de una sustancia mucilaginosa y el pajarito no se podía despegar de ella. Entonces el pajarito le dijo:

—Muchachito, muchachito, suéltame y cómeme frito.

Pero Juancito, que como ya hemos dicho era un niño muy bueno, soltó al pajarito y le dijo que se fuera porque él no pensaba comérselo ni frito, ni estofado ni en croquetas. El pajarito insistió, pero Juancito le dijo que él tenía su pan con queso y que no tenía necesidad de estar friendo pajaritos, y más bien le ofreció una miguita de pan y una boronita de queso. El pajarito se comió el pan y el queso y con una lagrimita en cada ojito le dijo a Juancito:

—Yo lo que quería era probar si tú eras un niñito bueno y, puesto que lo he probado, voy a dar un premio a tu bondad.

Y así diciendo, se le plantó por delante a Juancito y lo invitó:

—¡Anda, arráncame una plumita!

Mucho tuvo que rogar el pajarito para que un muchachito tan bueno le arrancara una plumita pero al fin, después de mucho asegurarle que no le iba a doler ni se iba a morir de frío por una plumita menos, Juancito le arrancó la plumita. ¡Y no sabe que entonces el pajarito desapareció entre una nube de polvo de oro! El polvo de oro se fue aclarando, mientras se oía una música maravillosa como si el mismísimo Louis Armstrong hubiese estado allí tocando su trompeta, y ante Juancito se apareció un hada vestida a la última moda de París”.


Fragmento de “Juancito y la guayabita mágica”. De: “El cuento infantil”, en Obras incompletas, de Aníbal Nazoa (1969)

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